Hace tiempo escribí un artículo en el cual explico que la energía del ego masculino ha dominado el mundo, y cómo sus efectos han resultado sumamente nocivos (puedes leerlo aquí: https://shantidasi.wordpress.com/2012/08/28/el-regreso-de-lo-femenino/).
Esta energía masculina mal canalizada nos ha llevado a creer que debemos luchar contra todo: contra los pensamientos, las emociones, contra el cuerpo… Inevitablemente, si luchamos contra nosotros mismos acabaremos luchando contra los demás. Ese es el origen de todas las guerras.
También nos han hecho creer que para gozar de prosperidad debemos luchar y sacrificarnos. Pero gracias a la Ley de Atracción podemos aprender a hacer realidad nuestros sueños sin tantas dificultades o esfuerzo. Es cierto que debemos trabajar, pero si hacemos lo que amamos no supone una lucha, sino un gran gozo.
La lucha no es necesaria. De hecho para crecer y transformarnos lo primero que debemos hacer es aceptar, lo cual no implica ningún tipo de lucha, sino todo lo contrario.
Querer controlar los pensamientos no funciona, y si lo has intentado ya sabes que ese no es el camino. Los pensamientos se observan sin juzgarlos, es decir, sin ponerles etiquetas como «positivo» o «negativo». Mientras meditamos sólo observamos y aceptamos lo que sea que percibamos: pensamientos, sensaciones, emociones… De este modo poco a poco dejas de identificarte con tu mente; tú eres la consciencia que la observa, con aceptación y desapego.
Las emociones tampoco deben ser controladas o reprimidas; luchar contra lo que sentimos no es efectivo. Si tenemos emociones intensas, entonces las expresamos a solas, y luego nos dedicamos a meditar, o sea a observar sin juzgar lo que ocurre en nuestro interior. De este modo las emociones se transforman por sí mismas, y poco a poco nos vamos liberando de la ira, el miedo o cualquier emoción que prevalezca.
También nos han condicionado a pensar que debemos luchar contra las enfermedades, como si ellas fueran un enemigo que hay que combatir a cualquier precio. Afortunadamente, gracias a un conocimiento científico ampliamente comprobado, ahora tenemos la oportunidad de descubrir que la lucha contra las enfermedades no tiene el menor sentido.
Las enfermedades en realidad no existen, pues son simplemente mecanismos naturales del cuerpo humano, que se activan para que podamos sobrevivir a ciertos eventos traumáticos.
Este conocimiento nos libera del miedo, la lucha, los tratamientos costosos y nocivos, y nos ayuda a comprender que el cuerpo humano fue diseñado de un modo perfecto. Él no está programado para matarnos.
Para amar a nuestro cuerpo es necesario saber cómo funciona, y así podremos acompañarlo de un modo amable en su proceso natural de curación. Nuestro cuerpo ha sido programado para curarse a sí mismo, lo cual es una excelente noticia (en mi libro Mi querido cáncer comparto mi propia experiencia, y explico de qué se trata este descubrimiento científico, que en realidad es un canto a la vida y a la sabiduría de nuestro cuerpo).
En lugar de luchar, desgastarnos y acabar exhaustos -sin lograr los resultados que deseamos-, podemos informarnos, aprender nuevos caminos, aceptar y fluir con lo que somos y con lo que nos sucede.
El mundo cambiará si cada ser humano que lo habita también cambia. Tenemos la oportunidad de crear un mundo más humano, amoroso y comprensivo, y si abandonamos la lucha marcaremos una gran diferencia.
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