Puede ser que hayas conocido a esa persona en una reunión de amigos, a través de las redes sociales, o en cualquier otra situación. Pero de inmediato sientes con ella una conexión inexplicable… Es como si la conocieras de toda la vida, puedes comunicarte con una gran facilidad, y a veces incluso sientes que sobran las palabras.
Si la conociste en las redes sociales el misterio es aún mayor: ¿cómo es posible que te sientas tan unido a alguien que nunca viste personalmente, y que quizás viva a varios miles de kilómetros de distancia?
Esto sucede cuando estamos viviendo un reencuentro de almas. Esa persona y tú ya han estado de algún modo juntas en vidas pasadas, y han decidido reencontrarse en esta vida para seguir aprendiendo, para cumplir una promesa o simplemente para continuar compartiendo Amor.
Si esa persona es de tu mismo sexo no habrá demasiados problemas; la reconocerás como una gran amiga, o una hermana del alma. Sin embargo, si es del sexo opuesto pueden producirse malentendidos: es probable que sientas una gran atracción física, que te lleva a pensar que has encontrado al “amor de tu vida”. Entonces comienzan las proyecciones, las ilusiones, las excesivas demandas y expectativas, que inevitablemente conducen a la frustración y el desengaño.
No es necesario recordar o saber qué fue lo que viviste con aquella persona en una vida pasada. Pero es de vital importancia no llegar a conclusiones precipitadas. Lo importante es cómo vives en el momento presente, entonces no te apresures a definir qué es lo que vivirás con aquella persona.
No hay prisa… Tómate todo el tiempo necesario para conocerla en profundidad, y sé honesto con ella y contigo mismo en todo momento. Amar es conocer, así que en cualquier tipo de relación, conocerse de verdad mutuamente es fundamental para establecer relaciones sanas.
No se trata apenas de compartir gustos y preferencias, sino también de ser capaces de mostrar nuestras heridas, inseguridades y sombras.
Si ambos pueden aceptar al otro tal cual es, con todo lo que es, entonces hay una posibilidad real de que aquella sea una relación de auténtico Amor. Sin embargo el Amor puede ser compartido de varias maneras, y no necesariamente esa persona será tu pareja. Quizás se convierta en un gran amigo, con quien podrás compartir desde un espacio de libertad y mutua aceptación.
Pero si comienzan los juicios, las críticas, las luchas de poder o el deseo de querer cambiar al otro, lo más probable es que el Amor no pueda crecer ni florecer. En este tipo de relaciones hay valiosas lecciones para ser aprendidas, y debemos recordar que el otro es apenas un espejo, que nos refleja lo que debemos sanar en nosotros mismos.
La llave maestra para liberarnos en estos casos es el Perdón. Perdonarte a ti mismo, y perdonar al otro de todo corazón, permite que ambos se sientan libres y en paz interiormente, ya sea para continuar relacionándose de un nuevo modo, o para seguir cada uno su camino, sin reproches ni resentimientos.
Poder sentir gratitud también es importante. Agradece los bellos momentos compartidos, las lecciones que has aprendido, y la oportunidad que la vida te ha dado de reencontrarte con alguien que ya conocías, quizás desde hacía siglos.
A veces estos reencuentros de almas duran sólo un momento, un día, o una semana, un mes o varias décadas. En realidad su duración no importa, pues para las almas el tiempo no existe. Lo importante en las relaciones son las lecciones que logramos aprender, y el Amor es la mayor lección.
Esa es la finalidad primordial de todos nuestros encuentros: volver una y otra vez a recordar el verdadero Amor, que es siempre infinito y eterno.
©2017- Enriqueta Olivari. Se pueden reproducir los contenidos, pero citando a la autora y al sitio: http://www.sanatualma.com